El 1er paso para mi proceso de sanación

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¿Cómo expresar desde el cuerpo lo que ha callado la boca? Expresar las emociones no es fácil. Hablar de lo que se ha perdido y de un proceso de enfermedad tan doloroso implica un trabajo constante con uno mismo para el que no siempre estamos preparados. Yo viví un proceso complicado de enfermedad que me tuvo un año en el hospital y en el que perdí parte de mis intestinos. Durante ese tiempo yo no pude llorar y sacar toda la angustia por la que estaba pasando. Tenía muchos momentos de crisis y de sentirme culpable por permitir todo lo que me pasó.

Un día me llegó la información del taller y me llamó la atención la posibilidad de empezar a sanar por medio del movimiento. Me inscribí y a lo largo de las sesiones se fueron abriendo en mí campos sensibles que desconocía. He de decir que me tomó un par de sesiones bajar mis resistencias. Tenía miedo de enfrentarme a mi cuerpo enfermo. No entendía cómo debía de danzar o cómo permitirme sentir el movimiento. Sin embargo después de tres actividades, mis resistencias empezaron a ceder y acepté la guía de Txell. En el fondo tenía miedo de que los otros no comprendieran todo lo que internamente me pasaba. Tenía temor de ser juzgada pero al mismo tiempo sentía una gran necesidad de contar lo que había vivido.

En el taller me di cuenta que no sólo era la enfermedad lo que necesitaba sanar, sino que todos mis miedos y angustias venían de un lugar ubicado en un tiempo atrás, quizá desde la infancia. Descubrí que tenía un gran temor a enfrentarme a las cosas, gritar y sacar lo que me lastima. Mi vivencia en el taller se volvió más honesta y real. Los ejercicios y la sabiduría de Txell para guiarme me ayudaron a liberar los pequeños nudos que tenía amarrados en mis emociones y también en mi cuerpo. Recuerdo en especial un ejercicio en el que tuve una catarsis emotiva. No podía parar de llorar, cómo si tuviera dentro de mí un mar salvaje que de tanto contenerlo se desbordaba a raudales ante el primer quiebre sincero. Txell y la vinculación con los otros me dieron la confianza necesaria para liberar todo el torrente emotivo que me acompañaba. A partir de aquí para mí se volvió mucho más fácil poder identificar lo que me pasaba. En qué parte del cuerpo se había instalado el dolor. Al final del taller me sentía como una persona mucho más libre y sobre todo con la capacidad de crear algo a partir de lo que había vivido.

La danza como un proceso terapéutico me ha maravillado. El arte como un lugar para entenderse uno mismo, sus miedos y dolores. Sentirse libre emocionalmente es de las cosas más bellas que pueden pasarnos. El taller, sin duda, fue el primer paso para mi proceso de sanación. Aceptar mi cuerpo mutilado, lo que había perdido, pero también aceptar el amor que las personas me brindaron durante todo momento de mi enfermedad.

Le agradezco a Txell por su profesionalismo. Sus intervenciones fueron en los momentos necesarios y permitió que las cosas pasaran. Tiene una gran sabiduría para escuchar y entender los dolores y quiebres del otro y eso me parece valioso. La danza es un primer paso para volver a sentirnos vivos. Danzar porque tenemos vida.

 

Alicia Carranza Sotelo
Ciudad de México (2016)

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